Quiénes somos
Somos monjas dominicas contemplativas y nuestra vida está basada en la oración, la comunidad y el trabajo. Estos pilares son fundamentales para nuestra vida religiosa y nos ayudan a vivir de manera coherente nuestra vocación.
La oración es el centro de nuestra vida. Dedicamos una parte importante del día a la oración y la contemplación, y nos esforzamos por mantener una relación íntima con Dios. La oración personal y comunitaria es esencial para nuestra vida, ya que nos permite estar en contacto con Dios y escuchar Su voz.
La comunidad es otro pilar importante de nuestra vida como religiosas. Vivimos en comunidad y nos esforzamos por vivir en armonía y fraternidad con nuestras hermanas. Trabajamos juntas para construir una comunidad fuerte y unida, y nos apoyamos mutuamente en nuestra vida religiosa. En nuestras comunidades, cada una tiene un rol específico y juntas formamos un solo cuerpo en el que cada una de nosotras aporta sus dones y talentos para el bien de la comunidad.
El trabajo es una parte fundamental de nuestra vida. Además de las tareas propias de la vida cotidiana y del cuidado del Monasterio nos dedicamos a hacer pastas artesanas. Nuestra labor en dicha elaboración es una forma de alabar a Dios a través del trabajo manual y de compartir los dones y talentos que Dios nos ha dado. El trabajo es también una forma de servir a los demás y de contribuir a la sostenibilidad de nuestra comunidad.
El estudio es otro pilar importante ya que buscamos profundizar en nuestro conocimiento de Dios y de su palabra. Queremos comprender mejor la voluntad de Dios y estar preparadas para responder a las necesidades del mundo. El estudio también contribuye a hacer crecer nuestra relación con Dios y la formación continua nos ayuda a que todas podamos contribuir al bien de la comunidad y al cumplimiento de nuestra misión.
Una comunidad de hermanas
Somos mujeres que hemos elegido seguir a Cristo a través de una vida religiosa centrada en la oración y la contemplación, viviendo en una comunidad en la que buscamos crecer en el amor de Dios y de nuestras hermanas y hermanos.
La pobreza elegida nos permite una mirada alternativa sobre las comodidades y los bienes materiales para centrarnos en lo espiritual. Vivimos una vida sencilla y humilde, tenemos lo que necesitamos para vivir, pero renunciamos a todo lo superfluo. Esto nos ayuda a estar más cerca de Dios y a mantenernos centradas en la contemplación.
Estos pilares son esenciales para nosotras y nos ayudan a vivir una vida de entrega total a Dios y a nuestra comunidad religiosa. Buscamos seguir el ejemplo de Santo Domingo de Guzmán y de las primeras comunidades dominicas para ser testigos del amor y la misericordia de Dios en el mundo.